“5 lobitos” y un Goya a la maternidad

El martes pasado en la presentación de mi libro “Mujeres que viajan en burro” hablábamos de viajes y de la complejidad de ese gran viaje que es la maternidad, con sus dualidades, dudas, renuncias y contradicciones.

Tres días más tarde, tenía la maleta preparada para acompañar a mi chico a un pueblecito de Sevilla, al estreno de su nueva serie “La chica invisible”. Nos hacía especial ilusión, ya que era el momento de brindar por el resultado de muchos meses de trabajo duro. Pero en el último momento recibí una llamada de mi hijo. Se había quedado al cuidado de unos amigos y no se encontraba bien, tenía fiebre y había pasado una mala noche.

Sin pensarlo dos veces, pero con lágrimas en los ojos, me bajé de los tacones, deshice la maleta, cambié el tren por el coche, el glamour por la cotidianidad y fui a recogerle. En el camino de vuelta se dio cuenta de cuales eran las renuncias de las madres que a veces escuchaba y no entendía. Llegamos a casa, le acosté en su cama, y calenté un caldo de esos que siempre tengo en la nevera, como canta Rigoberta Bandini. Le arropé con su manta favorita y le di un beso. -Gracias mami- me dijo. Y se quedó dormido. Me sentí feliz de que, pese a todo, estuviese bien y de tenerle entre mis brazos.

Hoy tampoco podré asistir a los Goya y el tono de mi artículo es diferente. Me hacía especial ilusión porque por primera vez en la historia hay varias mujeres nominadas a Mejor Directora y Mejor Película. Dos de las cintas hablan de maternidad: “Cinco lobitos”, de Alauda Ruíz de Azúa y “La maternal”, de Pilar Palomero.

“Cinco Lobitos” es mi favorita y parte con 11 nominaciones. Un fiel retrato de la maternidad real, encarnado por la frescura de la actriz Laia Costa (en el papel de hija que acaba de ser madre) y la veteranía de Susi Sánchez (en el papel de madre y abuela). La película es un claroscuro que reflexiona sobre el vital papel de las madres y la importancia de los cuidados en la sociedad.

Este año veré los Goya desde el sofá, cuidando de mi hijo y rodeados de pañuelos, en zapatillas y con “traje de noche”. Pero cruzaré los dedos para que esas madres se lleven algún premio y su labor se valore de una vez por todas. Porque como escribe Rachel Cusk en su último libro, la maternidad es “Un trabajo para toda la vida”. Muchas veces maravilloso…

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Mujeres que Vuelan