“El Autocine”, un invento para vender gasolina

Todo comenzó en 1932, cuando Richard M. Hollingshead Jr, clavó una pantalla entre dos árboles en su patio trasero de su casa de Nueva Jersey. Después colocó un proyector Kodak 1928 en el capó de su coche y una radio detrás de la pantalla. Su objetivo no era otro que atraer clientes para promocionar los lubricantes de la empresa familiar, pero no se dio cuenta de que había inventado el autocine. Cumplía a la perfección el “American Way of Life”: rápido, fácil, barato y en tu coche!.

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En los años 50, las familias acudían en masa al nuevo entretenimiento bajo el eslogan “Toda la familia es bienvenida, sin importar lo ruidosos que sean sus niños”. En la última fila, la “Lover’s Lane”, los jóvenes se prometían amor eterno, y dicen que 1 de cada 4 estadounidenses de esa generación, fue concebido en uno de los 4.000 autocines que llegó a haber por aquel entonces.

En los años 70, el autocine pasó de familiar a inmoral. Algunos se convirtieron en pozos de pasión, mientras proyectaban películas porno y algunos espectadores, por falta de edad o de dinero, accedían al recinto escondidos en los maleteros de los vehículos.

Después de un tiempo de decadencia, hace unos años en California se pusieron de moda de nuevo, pero con pantallas hinchables y proyectores digitales. En España también han resurgido y el año pasado se inauguró con la película “Grease” el Autocine Madrid RACE. Es actualmente el más grande de Europa, con un espacio de 25.000 metros cuadrados, 350 plazas de aparcamiento, food trucks y un diner al más puro estilo americano. Sin duda la mejor opción para sentirte como Sandy y Danny!.

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Fotograma de la película “Grease”

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