“Hécate”: de Diosa a Bruja

Hécate… vestía túnicas púrpuras y vagaba por los cementerios a la luz de la luna, acompañada de dos antorchas de fuego y una jauría de perros…

Aunque hoy se la presenta como una bruja, basta con profundizar un poco para descubrir que era una mujer inteligente y compasiva, que apoyaba otras mujeres en sus momentos más vulnerables. También defendía a aquellos que vivían al margen de la sociedad.

Su origen es incierto, pero ha sido adoptada por la mitología griega, como una diosa que aumentaba la fertilidad, cuidaba de los seres vivos y sobre todo, de los recién nacidos. Estaba centrada en la mujer, como guardiana de los hogares su imagen se encontraba en las puertas de las casas. Se la representaba con un halo de estrellas o lunas y dos antorchas. Era la patrona de las parteras y las curanderas.

Hécate
Estatua romana de Hécate, copia de un original griego (Museo Chiaramonti)

Pero después, la reputación de Hécate se ensombreció. Los filósofos patriarcales, Sófocles y Eurípides, la demonizaron por considerarla una amenaza que ayudaba a las mujeres. La empezaron a asociar con la muerte y la brujería, por tener conocimientos de hierbas y plantas. Y fue así como se convirtió en un alma solitaria temida por todos.

Empezó a ser representada como la Reina del Infierno, vagando por los cementerios. Incluso fue invocada por Shakespeare en el soliloquio de la daga de Macbeth: “La brujería rinde culto a Hécate…”

Hécate

Pero su dañada reputación ha mejorada últimamente, ya que su apariencia gótica y glamour la han convertido en musa de diseñadores como Jean-Paul Gaultier, que puso su nombre a un abrigo negro. Mary Katrantzou, creó una colección de ropa basada en diosas y sacerdotisas griegas, cuya protagonista fue Hécate. Y Alexander McQueen, diseño una colección inspirada en su estética oscura.

Pese a todo, lo que está claro es que el mito de Hécate se mueve entre dos mundos: el de la vida y la muerte. Y empodera a las mujeres a transitar entre la oscuridad y la luz. Iluminando el camino con sus antorchas de fuego y pasión. En esos momentos de soledad, cuando paren, cuando dan de mamar a sus hijos o cuando mueren. Por eso yo prefiero llamarla “la guardiana de la magia del hogar”.

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Mujeres que Vuelan