“Hedy Lamarr”, estrella de Hollywood y precursora del Wifi

La semana pasada Adela Muñoz, Catedrática de Química, docente, divulgadora científica y escritora, dio una charla interesantísima sobre Hedy Lamarr en el CaixaForum de Madrid. Muñoz, lleva varios años dando visibilidad a mujeres científicas a través de numerosos artículos, publicaciones y libros, como “Sabias”, que ya estoy deseando leer. ¿Pero que tiene que ver una guapa actriz de Hollywood con el mundo de la ciencia? Difícil de descubrir, porque a veces una cara bonita, eclipsa a una mente maravillosa…

Pocos conocen la fascinante historia de Hedy Lamarr, apodada “La chica más guapa del mundo”. Nació en Viena en 1914 en el seno de una familia judía acomodada (su padre era banquero y su madre pianista). Desde pequeña posee una mente superdotada, pero a los 16 años abandona los estudios para desarrollar sus dotes artísticas y perseguir su sueño de convertirse en actriz, porque además de guapa e inteligente, tenía una gran personalidad. Su primera película “Éxtasis” (1933), supuso un escándalo en la sociedad de la época y un enfrentamiento con su familia y hasta con la iglesia, ya que protagonizó (engañada y siendo menor de edad), el primer desnudo de la historia del cine. Inmediatamente fue encasillada y tratada como un sex symbol por su entorno, entre ellos su primer marido, un fabricante de armas que la recluyó en su mansión hasta que ella se reveló. Después de intentar divorciarse sin éxito, logró escaparse de casa con sus joyas, que vendió para empezar una nueva vida en Hollywood, donde protagonizó más de una treintena de películas. Dice que fue razonablemente feliz mientras no estuvo casada con sus 6 maridos, con los que tuvo 3 hijos.

Su condición de judía, que su marido vendiera armamento a Hitler y Mussolini y el hundimiento de un barco lleno de niños refugiados, hizo que la actriz quisiera ayudar “a los aliados” a vencer al fascismo. Había estado estudiando ingeniería y sacando información a sus clientes y proveedores sobre armamento y estrategia militar, por lo que pensó que un sistema de comunicaciones secreto era lo más eficiente para ganar la Segunda Guerra Mundial. Con la ayuda del músico y compositor George Antheil, que había desarrollado un sistema de sincronización de pianolas, ideó una forma de teledirigir torpedos sin cables, por una onda de frecuencia variable, para evitar ser detectados. Lo ofreció al ejército americano de forma gratuita, pero seguramente por su condición de mujer, no fue tomada en serio. Le dijeron que se dejara de experimentos y se dedicara a hacer campañas con el fin de recaudar fondos para la guerra. Actriz de día, inventora de noche y cantinera para el ejército americano en sus ratos libres, recaudó 25 millones de dólares para la patente, que encima tuvo que registrar con su apellido de casada… Pero lo más frustrante para ella, fue que su valioso descubrimiento no fuera reconocido en un momento crucial como la Segunda Guerra Mundial, ya que podría haber evitado las escuchas del ejército alemás. Así lo recoge el libro “La pasión de ser mujer” (Eugenia Tusquets y Susana Frouchtmann), que además sostiene que Lamarr y Antheil nunca ganaron dinero por su invento, ya que la patente había caducado tres años antes de que la empresa estadounidense Silvania Electronics Systems Division lo empezara a desarrollar. Sus ingenieros, que reconocieron la propiedad intelectual a Lamarr-Antheil, utilizaron emisoras para desarrollar la técnica del espectro, y en 1962 fue utilizado por el Gobierno de EE.UU. Tuvo gran importancia en momentos importantes de la historia como la crisis de los misiles de Cuba o la Guerra de Vietnam, en el sistema estadounidense de defensa por satélite, las comunicaciones del ejército o en ingeniería civil.

Para sorpresa de todos, el invento ideado en una habitación de una casa por una actriz y un pianista adelantados a su tiempo, fue un sistema de comunicaciones basado en las 88 teclas de un piano y capaz de evitar las escuchas del enemigo. “La teoría del salto de frecuencia”, supuso toda una revolución tecnológica a nivel mundial, ya que fue la precursora del Wifi y del sistema de comunicaciones inalámbricas utilizado en la actualidad, en teléfonos móviles, ordenadores, internet, GPS y ejércitos de todos los países.

Por su parte, “la chica más guapa del mundo”, que nunca fue reconocida por su faceta de inventora (aunque desarrolló otros inventos además de éste), pasó verdaderas penurias económicas, hasta el punto de tener que robar. Los últimos años de su vida, cuando su belleza dejó de brillar, estuvo recluida en su casa elaborando pleitos a todas las empresas que habían utilizado sus patentes sin permiso. Los ganó y murió millonaria. Su hijo le dedicó el documental “Llamando a Hedy Lamarr” y Susan Sarandon ha producido recientemente otro “Bombshell: The Hedy Lamarr Story”, que se puede ver en Movistar. Podéis leer también su autobiografía en el libro “Éxtasis y yo”, que aunque fue escrito en los años 60, no se ha sido editado en España hasta hace unos meses.

Muchos la recordarán por su gran belleza, por protagonizar el primer desnudo de la historia del cine o por la película “Sansón y Dalila”… pero esta bella mujer de mente privilegiada, que pudo cambiar el curso de la historia si hubiera sido tomada en serio, revolucionó el mundo de las comunicaciones. En 1998 le concedieron un premio por su contribución fundamental en el desarrollo de las comunicaciones basadas en ordenadores y el 9 de Noviembre se celebra el Día del Inventor en su honor.

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Mujeres que Vuelan