“La primera escuela” hacia la libertad

Éric Besnard (director de “Delicioso”, “Las cosas sencillas” o “Pastel de pera con lavanda“) regresa a la gran pantalla con “La primera escuela”. Una emocionante historia ambientada en la Francia rural del s.XIX protagonizada por Alexandra Lamy y César Grégory Gadebois. Ambos han sido galardonados recientemente en el BCN Film Fest.

La primera escuela

En 1889, Louise Violet es maestra y llega a una pequeña aldea de la campiña francesa perseguida por su oscuro pasado. Su misión es implementar la educación obligatoria, gratuita y laica en un pueblo que rechaza el cambio y prioriza el trabajo en el campo. Un lugar donde la vida cotidiana está ligada a las estaciones, la tierra y los cultivos.

Pese a que el sistema educativo es obligatorio y gratuito, la maestra halla muchas reticencias porque los menores se dedican a trabajar la tierra para ayudar en la maltrecha economía familiar. Al director le interesaba “hacer una película sobre la III República y la educación pública e indagar en cómo una mujer de ciudad y de izquierdas era enviada a un mundo de hombres y de derechas en el campo”. Por ello, deberá convencer no solo a los niños sino también a sus padres, sobre la importancia de que vayan a la escuela.

Poco a poco, con muchas dificultades, pero gracias a su vocación y perseverancia, logra ganarse la confianza de la comunidad y abrir la primera escuela. Un acontecimiento en el pueblo que cambiará la vida de los niños y la de su maestra.

La primera escuela

Primeras maestras rurales

La historia está inspirada en las primeras maestras en la época de la República. Mujeres pioneras que llevaron la educación a entornos profundamente conservadores y reacios al cambio. También reflexiona sobre la dualidad campo-ciudad, raíces y progreso, el trabajo en la infancia, la ética en la enseñanza, la importancia de respetar tiempos en los aprendizajes y habilidades de los alumnos… Y también los chantajes físicos y emocionales que tiene que soportar una mujer de la época en un mundo rural de hombres, donde lo que se espera de ella, no es precisamente lo que ella persigue.

Técnicamente la película destaca, no sólo por sus magníficas interpretaciones, también por su bucólica fotografía, su música y un excelente guión lleno de giros que dan complejidad a la historia.

“El saber representa una puerta abierta pero también la posibilidad de marcharse”, afirma Bernard sobre el conflicto central de la película: cómo la educación abre horizontes a la infancia, despertando esperanzas pero también miedos en niños y padres. ¿Qué ocurre cuando tu hijo sabe más que tú? 

La cultura proporciona aspectos positivos para el individuo y la sociedad, pero algunos resultan incómodos y difíciles de manejar, como el pensamiento crítico, la rebeldía y la insumisión. Todos desembocan en un mayor poder de elección que es lo que significa, al fin y al cabo, la verdadera libertad.

Un retrato de una mujer inspiradora y una película interesante que, pese a la época en la que se desarrolla, es de gran actualidad por los temas que trata, algunos en los que no hemos avanzado tanto. Reivindica el reconocimiento de una de las profesiones más importantes y peor tratadas de nuestra sociedad: el maestro rural. Genera buenas reflexiones y posterior debate. Ideal para proyectarla en centros educativos y entornos rurales o verla este fin de semana en el cine.

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Mujeres que Vuelan