Hoy se celebra en EE.UU. el “Día de los Veteranos”, al mismo tiempo en el que leo en el New Yorker un artículo muy interesante sobre ¿Por qué hay tantos veteranos de guerra en el corredor de la muerte?.
Richard Dieter, director del Centro de Información sobre la Pena de Muerte (DPIC), ha publicado un informe en el que estima “que al menos un 10% de los presos del corredor de la muerte, unos 300 presos (más los que ya han sido ejecutados), son veteranos militares”. Según Dieter “muchos veteranos sufren estrés postraumático y algunos además han recibido malos tratos”. También añade que muchas de sus víctimas eran miembros de su familia, novias o compañeros.
Lo cierto es que muchos jóvenes que van a la guerra con la promesa de una vida mejor para sus familias, vuelven con enfermedades crónicas, estrés postraumático o locura. Que en muchos casos no les proporcionan la atención médica o psiquiátrica necesaria. Que muchos de ellos se autodestruyen, cayendo en el alcohol y las drogas. Que algunos mueren por enfermedades derivadas de estos abusos o por suicidio. Que otros dirigen su ira hacia afuera, matando a los que soportan las pesadas cadenas de sus fantasmas. Y que el mismo gobierno que les envió a la guerra, les manda después al corredor de la muerte, sin que nadie pueda hacer nada por evitarlo.
Pero hoy, en el “Veteran´s Day”, un año más los aviones vuelven a sobrevolar los cielos con alarde y las banderas ondean con orgullo en los desfiles militares, en una fiesta que intenta iluminar algunas de las sombras más grandes de América.
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