El cartel no es sólo un soporte gráfico cuyo objetivo es informar, vender productos o hacer campañas comerciales. También puede ser de gran utilidad para transmitir ideas o despertar consciencias, como elemento de sensibilización social. Un grito en la pared, que entre por los ojos de forma impactante o un susurro silencioso que se cuele en tu cerebro de manera sutil. 
El Cartel Social, tuvo su máximo apogeo en los Años 60, entre los movimientos estudiantiles de todo el mundo, en contra de la guerra y a favor de la paz, aunque ha seguido utilizándose hasta ahora, sobre todo en campañas medioambientales y sociales.
En la actualidad, vivimos rodeados de sobreinformación y abundancia de mensajes en internet. Con falta de tiempo para leer y un exceso de entretenimiento, que puede distraernos lo suficiente como para no pensar en otras cosas. Por eso, el cartel puede resultar una gran herramienta divulgativa indispensable en colegios y universidades para clarificar ideas, transmitir mensajes y fomentar reflexión y debate.
Esta exposición de carteles sociales la vimos en el Matadero de Madrid hace unos días y dio pie a varias preguntas y conversaciones interesantes. Podemos estar más o menos de acuerdo con algunos de los conceptos, pero son hechos que están ocurriendo. Estos carteles fomentan el pensamiento crítico, la tolerancia y el respeto por la opinión del otro. Impulsan a la acción, a buscar preguntas y respuestas, a querer cambiar o mejorar las cosas. En definitiva, invitan a algo que pocas veces hacemos: pararse a pensar.
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