“Intemperie”, la dureza de dejar de ser niño

El pasado fin de semana se estrenó la esperada “Intemperie”, del galardonado director Benito Zambrano, que regresa tras el éxito de “La voz dormida”. Un apasionante western que retrata a la perfección la España rural y pobre de los años 40.

El film, está basado en la novela homónima del escritor español Jesús Carrasco, considerada por la crítica como una de las mejores historias de los últimos años. El libro se ha convertido en un fenómeno de ventas, con más de 82.000 ejemplares vendidos en España. Ha sido publicado en 30 países y traducido a 15 idiomas. La historia ha sido adaptada con gran acierto por los guionistas Pablo y Daniel Remón y el propio Zambrano.

Intemperie

Es el viaje desarraigado de un niño (sorprendente el jovencísimo Jaime López), que huye de los abusos de su capataz, por los áridos y desérticos paisajes de la Andalucía profunda. En su camino, deberá aprender a sobrevivir por sí mismo, hasta que conoce a un pastor, interpretado magistralmente por Luis Tosar. El encuentro y la relación que se irá forjando entre ellos, supondrá un gran aprendizaje para ambos.

La película, filmada en Orce, Granada, ha sido descrita por la crítica como un drama costumbrista y algunos ya la comparan con “Los Santos Inocentes”. También tiene mucho de western, como el paisaje desértico, lleno de persecuciones y dos personajes solitarios que cabalgan hacia un horizonte poco definido.

Intemperie

La fotografía desnuda y polvorienta de Pau Esteve Birba, te deja tirado en mitad del desierto sin agua ni aliento, al igual que a sus protagonistas. Nacho Ruiz Capillas, consigue con su montaje un ritmo trepidante, bien balanceado, entre el galope de los caballos de las escenas de acción y un trote más sosegado de otras más intimistas. Sutil y original la música de Mikel Salas, una obra de arte llena de percusión, intuición y elementos sonoros experimentales.

Una historia de personajes solitarios y heridos, donde el desarraigo, la violencia y el abuso pueden provocar la ira, el odio o la venganza, pero también las ansias de libertad, de dignidad y justicia. La dureza de dejar de ser niño, reconfortada por la protección y el cariño, también puede sembrar amor y perdón.

El precioso tema de Javier Ruibal, interpretado por Silvia Pérez Cruz, lo resume todo y te encogerá el corazón y el alma.

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