El olor de las chimeneas me trajo el recuerdo de esas estupendas casas de los pueblos riojanos. Como apetecen unas buenas patatas con chorizo o ir a coger setas a “La Sierra de Cameros”. El parque nacional de la Sierra de Cebollera debe de estar precioso este otoño…
Hace unos meses volvimos a “Villoslada de Cameros”, pueblo de hidalgos, trashumantes y emigrantes… Una pequeña aldea de La Rioja (situada a 50 km de Logroño), que todavía conserva el encanto de las cosas auténticas.
La panadería, donde cada mañana puedes comprar el pan…
recién horneado en su antiguo horno…
“Pistolas” de pan de pueblo hechas artesanalmente, una a una, crujientes y calentitas…
Una pequeña tienda de embutidos y patés caseros buenísimos.
Comerlos “entre pan y pan” es una delicia.
El agua de sus fuentes, que cae directamente de la montaña.
El Río Iregua de aguas cristalinas ¡qué buenos baños nos dimos!.
Apenas una farmacia, “la tienda de ultramarinos”, dos carnicería, dos bares, la iglesia, la escuela y unas cuantas ovejas y vacas.
Villoslada antiguamente era un pueblo ganadero y “trashumante”: los pastores (muchos de ellos emigrantes chilenos, mexicanos y argentinos) trasladaban el ganado desde las tierras frías del norte en otoño a las tierras más cálidas del sur. Todavía conserva su Real Fábrica de Telas del siglo XVIII. 2.000 metros cuadrados que albergaban más de 30 telares donde se confeccionaban “los paños reales” de oveja merina. Una pena que todavía no se haya podido restaurar…
Hoy en día este pueblo de montaña vive gracias al turismo rural, por su entorno privilegiado (donde puedes hacer rutas de senderismo, escalada, bicicleta, recoger setas o preparar una buena chimenea).
Nos alojamos en la Casa Rural de “La Media Legua”, una casona familiar de piedra bien restaurada.
Pasamos muy buenos momentos asando chuletillas al sarmiento en su terraza-merendero y bebiendo vinos de la tierra mientras cocinábamos ¡en esa maravillosa cocina!
Miguel y Zulema (a los que desde aquí mando un beso) estarán encantados de recibiros y contaros viejas historias de ovejas y lobos, todos los secretos que encierra su acogedora casa y las tradiciones de un pueblo ¡de hombres rudos pero hospitalarios! (como ellos lo definen) que si todavía conserva su autenticidad, es por la perseverancia y el buen hacer de sus gentes.
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