Septiembre es rojizo y huele a uva madura. Uva que explota y se convierte en dulce mosto o en el vino más complejo. Que deja un rastro en la memoria difícil de quitar.
Un recuerdo lejano de risas y música, de aire de fiesta… de amigos entrañables. Humo de chuletas y pimientos al sarmiento y el último sorbo de una buena copa de vino compartida.
Hay pocas cosas que me emocionen más que un paseo entre viñedos, hundiendo los pies en la tierra, oliendo las viñas y mirando cómo se cuelan los rayos de sol entre sus hojas. Estos días se echa de menos “La Rioja” más que nunca y aunque no podremos estar por “San Mateo”, nos daremos un paseo por San Francisco y su “Valle del Napa”, para sentirnos más cerca (de la tierra)…
Mañana es un gran día, así que aunque es sábado, ¡nos veremos por aquí!.
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