“Abena, mi madre, fue violada por un marinero inglés en la cubierta del Christ the King mientras el navío zarpaba rumbo a Barbados. Yo fui fruto de aquella agresión. De aquel despreciable acto de odio”…
Así comienza esta historia en la que su autora, Maryse Condé (Premio Nobel Alternativo de Literatura), adopta la voz de Tituba, la bruja negra de Salem. Lo interesante del relato es que nos acerca a una historia sobre la esclavitud, la violencia y el deseo femenino, a través de la visión oscura y desgarradora de su protagonista.

La novela está basada en la historia real de una esclava negra juzgada en los famosos procesos de brujería de la ciudad de Salem en el siglo XVII. Tituba es iniciada en el arte de lo sobrenatural por Man Yaya, una de las curanderas más sabias de la isla de Barbados. Descubre que la vida es buena para unos y un calvario para otros. Los explotados, los humillados, a los que se les impone un nombre, una lengua y unas creencias. “La vida solo sería un don si cada uno pudiese escoger el vientre de su madre”, afirma Tituba.
Piensa que el amor y la maternidad transforman a las mujeres. Mientras tanto, realiza un viaje de ida y vuelta, sin retorno, de Barbados a Salem, pasando por Boston. Desde allí reflexiona: “La maldad es un don que se recibe al nacer pero no es posible adquirirlo más tarde. Quienes no hemos venido a este mundo con el cuchillo entre los dientes salimos perdiendo de todas las batallas”. Aún así, ella sueña con ser libre, abrir las alas de par en par y regresar a su país de origen.
Los juicios de Salem
Los juicios de las brujas de Salem comenzaron en 1692 con la detención de Sarah Good, Sarah Osborne y Tituba, quien fue obligada a confesar un crimen que nunca cometió.
Se ahorcó a 19 personas y se torturó a otras tantas, la mayoría mujeres. El 21 de febrero de 1693, William Phips, gobernador real de Bay Colony, envió a Londres un informe sobre brujería. En él denunciaba que quedaban 50 mujeres en las cárceles de la Colonia pidiendo permiso para poner fin a su tormento. En 1693, las últimas acusadas se beneficiaron de un indulto general y fueron puestas en libertad. A Tituba la vendieron a un comprador que pagó los costes de su “estancia” en la cárcel.

Arthur Miller escribió la obra de teatro “El Crisol”, basada en Las brujas de Salem. Se estrenó en los años 50 y ganó el Premio Tony. Posteriormente, la historia fue adaptada al cine y la televisión, siendo una de las películas más recordadas la protagonizada por Winona Ryder y Daniel Day-Lewis.

Según la novelista afroamericana Ann Petry, Tituba podría haber sido comprada por un comerciante de paños y haber terminado sus días en Boston. Nunca sabremos cómo acabó, porque nadie se ha interesado en saber quién la compró ni qué hizo con ella. Por suerte, Condé, la rescata con una mezcla de realidad y fantasía, devolviéndola a sus raíces.

Sobre la autora
Maryse Condé nació en Pointe-à-Pitre, comuna francesa del archipiélago antillano de Guadalupe en 1937. Estudió en la Sorbona de Paris, trabajó como profesora de francés en Guinea, Ghana y Senegal y se doctoró en Literatura Comparada. Su tesis trató sobre los estereotipos negativos de la población negra que aparecían en la literatura caribeña. En 1976, Hérémakhonon, su primera novela, marcó el inicio de una prolífica carrera literaria centrada en temas culturales, raciales, de identidad y género. Tituba ha sido uno de sus personajes más recordados. Pese a que la historia ha querido olvidarla, la literatura le ha dado un final merecido.
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