La resaca navideña es un buen momento para reflexionar. Y en medio de excesos y preocupaciones, te das cuenta de que cualquier esfuerzo es necesario para mantener la ilusión de un niño. Cuando ves que en la carta a los Reyes Magos de tu hijo, ya no están aquellos superhéroes amigos ni piratas, con los que imaginar mil aventuras, sientes nostalgia. Y un poco de pena al ver que han sido sustituidos por el último videojuego. Pero respiras aliviada cuando lees que su lista de deseos es corta y acaba con algo importante: “Felicidad y Armonía”. Así que con ilusión y alegría, nos acercamos a la oficina de correos para colocar nuestras cartas en la carroza de nuestro favorito, el Rey Baltasar.
Este año la Cabalgata de Madrid estaba dedicada a Las Artes y su poder transformador. A cómo la pintura, el cine, la música o la literatura siembran cosas tan bonitas en nosotros desde pequeños y su poder para cambiar el mundo. Así lo transmitieron los Reyes en un bonito discurso y así de impresionantes lucían sus carrozas con todos esos deseos de pequeños y mayores en cartas de papel.
Mo, un niño gigante de 7 metros realizado en mimbre por el artista francés Benoit Mousserion, se paseó por Madrid conquistando a todo el mundo con su bondad y sencillez, hasta conseguir su objetivo de entregarle una carta muy especial a los Reyes Magos, que representaba la ilusión de todos los niños. También desfilaron Alicia en el País de las Maravillas, El Principito y el Barco de Julio Verne, entre otros. Fue bonito que la cabalgata fuera inclusiva, con dispositivos para que los niños discapacitados pudiesen disfrutar de la noche mágica. Y que el Ayuntamiento ayudase a los Reyes Magos a que ningún niño se quedase sin regalo.
Tras los nervios, la ilusión y los regalos, le pregunté a mi hijo qué le había gustado más. Me sorprendió que no hablara de videojuegos. Los regalos que más ilusión le habían hecho, fueron aquellas sorpresas (algunas sin pedirlas), que ayudan a explorar el mundo, a leer historias mágicas o a inventar cosas nuevas. Le gustó viajar a Polonia, Italia o Irlanda con la abuela, aunque fuera con un juego de mesa y en un avión imaginario. Que los abuelos salieran de su escondite y se vistieran de fiesta para compartir una cena especial. Y la promesa de su Abu de pintar juntos un cuadro en el campo. A uno le cuesta empezar y a otro terminar, pero la mezcla de un trazo inexperto y otro tembloroso, seguro que resulta genial. A veces los Reyes Magos nos traen cosas que no hemos pedido y son las que más ilusión nos hacen. Este año cambiaron las pistolas por pinturas…
Los Reyes Magos nos trajeron un maletín de pinturas, para pintar el lienzo entre todos, a nuestra manera. Y lo último que me dijo mi hijo cuando se fue a la cama el día de Reyes fue: “Mamá, realmente los Reyes son Magos. Me han traído Felicidad y Armonía. Qué suerte tengo!”. Y empezó a soñar…
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