“Escritura gozosa”, en Cafebrería

La semana pasada tuvo lugar en el acogedor espacio de Cafebrería Ad Hoc un encuentro en torno a la alegría, el placer y el gozo de escribir. 

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María Folguera (escritora y dramaturga), Cristina Oñoro (escritora y profesora de Teoría de la Literatura) y Cristina Pineda (editora de Tres Hermanas) se adentraron en la escritura femenina, desde diferentes miradas y perspectivas. Un verdadero laberinto de pasiones, dolorosas y placenteras, de luces y sombras.

En la interesante charla y posterior coloquio, enriquecido también por el punto de vista masculino, se trataron temas como: ¿Por qué no suele ser la alegría un tema común en la narrativa? ¿Qué significa la palabra placer? ¿Hay mayor deleite en la lectura o en la escritura? ¿Escribir encierra goce o dolor?

Tendemos al drama, también en la escritura. Tal vez porque la necesidad de escribir surge de un dolor, una injusticia o una insatisfacción. En el caso de las escritoras hay más por lo que luchar, pero como dijo Marta Sanz en el Día de las Escritoras: “Tenemos muchos motivos para quejarnos, como la brutalidad y las desigualdades, pero podemos quejarnos reivindicando la alegría, la risa y el placer que durante mucho tiempo nos han sido vetados”.

En el pasado, a menudo se ha ofrecido una imagen de autoras tristes, solitarias o enfermas. Pero se puede tener una vida complicada y saber disfrutar, celebrar la vida, crear, amar, viajar… ¿Acaso no hay placer más absoluto que dedicarte a lo que te apasiona y tener la valentía de llevarlo a cabo?

Como dijo Folguera, autora del libro Hermana (Placer), afortunadamente “hemos superado el tren de la bruja en el que nos han intentado meter a lo largo de la historia, en ese interés por arrinconar a las escritoras que destacaban”.

La editora, Cristina Pineda, reivindicó el lado luminoso de figuras como Virginia Woolf (sonadas eran las divertidas fiestas que narra en sus Diarios) o los años felices de Sylvia Plath (sus Cartas muestran la felicidad y evolución literaria junto a Ted Hughes). También habló de su apasionante labor como editora, traduciendo a escritoras del pasado o visibilizando nuevas voces, que tiene mucho de gozo y de dolor.

Por su parte, Cristina Oñoro, autora del libro Las que faltaban, explicó cómo la maternidad impulsó su creatividad para escribir sobre mujeres, después de unos años de carrera más enfocados en el análisis de autores y temas masculinos.

La palabra placer siempre ha sido manipulada por el imaginario masculino, acercándola al terreno sexual. Pero existen “placeres cotidianos” que tienen que ver con las pequeñas cosas de la vida. Más en el caso de las mujeres que disfrutan de una forma diferente. 

En cuanto a los temas, los de mujeres siempre se han considerado menores, al tener más que ver con la creación, las inquietudes femeninas o la maternidad. Las novelas bélicas, de destrucción o muerte (escritas por hombres), se consideran temas mayores y nadie los cuestiona. Pero en cualquier caso, todos son temas universales.

Para Folguera, el héroe masculino siempre vive aventuras y experimenta una bajada a los infiernos, pero vuelve a la luz. A las escritoras se les exige más: “No te pierdas, porque serás una bruja fracasada”. El reto de las escritoras es superar la culpa y la carencia. Sentir que te falta algo, por ir a un ritmo más lento o producir menos.

Fue una charla de esas que dejan poso. A mí, como escritora y madre, me ha tenido unos días en “efervescencia creativa y contradictoria”.

Crear y criar necesitan tiempos y espacios diferentes. Elegir implica renuncias y gozos, ataduras y libertad. Luchar por tus ideales, pasiones y sueños, supone ser fiel a ti misma. Escribir un libro, terminarlo y publicarlo, es un placer supremo. Y las brujas, pese a muchos, siempre han sido y serán mujeres poderosas.

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Mujeres que Vuelan