Las grandes azañas siempre surgen de mentes visionarias y de soñadores que quieren cambiar el mundo. Creo que el “Observatorio y Parque Griffith” es una de esas grandes azañas y el coronel Griffith J. Griffith el soñador que lo hizo posible.
Este galés llegó a EE.UU., donde trabajó como periodista y asesor de la minería antes de hacer su fortuna en las minas de México y California. Se trasladó a Los Ángeles y compró a la familia Felis el “Rancho Los Felis”, un asentamiento español que luego daría nombre al barrio “Los Feliz” (que asiste actualmente).
En sus viajes a Europa Griffith quedó fascinado por los grandes parques públicos y decidió que Los Ángeles también tenía que tener un gran parque para poder convertirse en una gran ciudad. Así que en 1896 donó gran parte de este rancho a la ciudad, convirtiéndose en el parque urbano con zonas silvestres más grande de EE.UU. y uno de los favoritos de los angelinos para pasear, correr o montar en bici.
Hacía años que los astrónomos habían llegado a California (debido al buen tiempo y a la calidad de sus cielos despejados) y Griffith empezó a interesarse por la astronomía gracias a sus visitas al nuevo observatorio de investigación del Monte Wilson. Quedó impresionado por poder ver los cuerpos celestes de una forma tan cercana y real a través del telescopio más grande del mundo que existía en aquellos momentos. Él pensaba que las personas tenían una perspectiva más sabia de la vida cuando miraban al cielo (y yo también lo creo) y que si “toda la humanidad pudiese mirar a través de ese telescopio, eso cambiaría el mundo”. Empezó a imaginar su sueño de que la ciencia fuese más accesible al público y ofreció a la ciudad $100.000 para hacer un observatorio público y gratuito que se construirá en la cima del Monte Hollywood e incluiría un Telescopio astronómico, un Museo de la Ciencia y el Espacio y un Cine para mostrar películas educativas que evolucionó en lo que es ahora es el Planetario. Desafortunadamente los retrasos por los debates políticos sobre su construcción hicieron que Griffith muriera sin ver realizado su proyecto, pero dejó un testamento donde constaba por escrito su última voluntad. Gracias a la participación de numerosos científicos, astrónomos y arquitectos, el sueño del “Observatorio Griffith” se hizo realidad, convirtiéndose en un icono de Los Ángeles. Por él han pasado más de 76 millones de visitantes y por su telescopio Zeiss han observado el universo más de 7 millones de personas (más que desde cualquier otro).
Hoy, el Parque Griffith aloja además un jardín botánico, un zoo, un campo de golf, un museo del oeste, uno de trenes, un carrusel, el famoso Hollywood Sign y largos senderos de excursionismo. Debido a su ubicación y vistas de cine en él se han rodado multitud de escenas de series y películas como “Regreso al futuro”, “¿Quién engañó a Roger Rabbit?”, “Vidas cruzadas” o “Rebelde sin causa”.
Es el lugar favorito de personas de todo el mundo, razas y culturas para pasear y mirar el mar californiano y las estrellas. Sin duda un lugar inspirador… para soñar, observar, reflexionar e intentar entender la inmensidad del universo.
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