Existen gatos de campo, gatos de ciudad y gatos sofisticados a los que les gusta el Jazz… pero todos tienen esa independencia sigilosa, intuición innata y capacidad para adaptarse al medio, que me fascina. He compartido mi vida con algunos de ellos, siendo los gatos negros mis preferidos, tal vez por incromprendidos.
En las noches de verano, los gatos callejeros, guiados por el sonido de la música y el olor de las sardinas, toman la ciudad. Puedes verlos por los callejones, donde se esconden del bullicio nocturno, mientras buscan su menú del día en las traseras de los restaurantes. También por los tejados solitarios, maullando a la luna: “Yo también quiero ser un gato Jazz”.
Los gatos sofisticados, por el contrario, prefieren los grandes ventanales, desde donde ven la vida pasar… sentados en sus repisas con aire acondicionado, entre edredones mullidos, cortinas de encaje y sofás recién tapizados, donde poder ronronear y hacerse la manicura.
En ocasiones, los gatos callejeros salvan a los aristogatos con su chispa vital, buen olfato y gran corazón. Otras, acaban apedreados, atropellados o envenenados. Por suerte, hay almas felinas que los protegen, movidas por su idéntica intuición.
Dice la escritora e ilustradora Eire, que “Hay en el reino animal una serie de dolencias que en los felinos de a pie se convierten en demencias”. Yo añado que, durante el confinamiento, en los humanos se han exagerado…
En su gatálogo “Gatos Repudiados”, 21 ilustraciones de felinos acompañados de poemas, botiquín y hábitat, han sido rescatados de un descarte anterior, cuenta la autora. Rechazados en un principio, la editorial les ha dado una segunda oportunidad, en estos momentos en los que gatos y humanos atravesamos tiempos difíciles. “¿Quién no se ha sentido alguna vez abandonado, maltratado, rechazado, enfermo, sucio, desequilibrado o deprimido?”, añade.
Le pregunto que de dónde le viene esa manía suya de comparar en sus libros a los humanos con los animales, porque a mí también me ocurre, y esta es su respuesta: “Creo que mi fascinación por el mundo animal viene de mi dificultad para comprender y aceptar algunos comportamientos humanos teñidos por el juicio de mi razón. Tampoco termino de entender la sociedad loca en la que vivimos. Los humanos somos muy complicados y mi acercamiento a los animales parte de mi necesidad de volver a esa unión con la naturaleza primitiva. Al ver en ellos algunos rasgos y comportamientos humanos, soy más capaz de comprender al homo sapiens bajo una luz distinta. Por otra parte, adoro esa inocencia y pureza animal. Ellos no juzgan ni critican, es un amor incondicional y tienen una gran autoestima y dignidad”.
Estamos de acuerdo. Gracias Eire, por llevar a cabo esta particular “revancha”. Por sacar del cajón a estos lindos gatitos y darles el lugar que se merecen. Por dar visibilidad a las manchas, a las sombras y a las imperfecciones. El gato negro, el sarnoso, el vampírico, el obeso, el famélico o el esquizoide, tienen mucho más encanto que un felino de pura raza. ¿No os parece? Recordad que, aunque la sociedad los rechace, un hashtag acoge a este colectivo tan incomprendido: #gatosrepudiados.
Irlanda Tambascio (Eire) es realizadora y montadora, nacida en Venezuela y afincada en Madrid. Ha escrito e ilustrado varios libros como el proyecto solidario “Las Mujeres de Aaramoun”, el bestiario “Aves Metropolitanas” y los libros “Adelaida y Coco”, “100 maneras de que un gato eduque a su humano” y “Gatos Repudiados”, con los que se convierte en una autora imprescindible para los amantes de los animales en general y de los gatos en particular. Puedes comprar sus ilustraciones de gatos en Los Artistas del Barrio, o encargarle una personalizada del tuyo!
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