A veces las cosas más grandes, suceden en los espacios más pequeños, sucios e inhóspitos. Cuando el amor sin límites entre una madre y su hijo, hace brillar el sol donde sólo hay oscuridad y convierte las nubes negras en el cielo más azul.
“Room” es una película pequeña, de espacios pequeños y pequeñas cosas, pero cuyo impacto es enorme y su historia grandiosa, conmovedora, inspiradora…
Su encanto no reside tanto en su intrigante trama (basada en el libro de Emma Donoghue), sino en el universo que nos descubre. Cómo una madre y un hijo pueden crear un hogar en cualquier lugar. Cómo a veces la fantasía nos ayuda a sobrellevar la realidad más inquietante. Cómo en ocasiones sólo enfrentándonos a la realidad y tomando decisiones, podemos salir de una situación desesperada. Cómo la adversidad nos hace superarnos a nosotros mismos y a veces es nuestra “zona de confort”, la que nos lleva a la desesperación más absoluta. Cómo la sociedad y los medios de comunicación siempre están más dispuestos a juzgar, que a comprender.
La profundidad y la psicología de los personajes, la excelente interpretación de sus dos protagonistas (madre e hijo) y la química que se produce entre ellos (gracias entre otras cosas a la magnífica dirección de Lenny Abrahamson), convierten esta película en una de las más apasionantes y a la vez desgarradoras historias de amor madre-hijo que he visto en el cine hasta ahora.
Viene avalada por numerosos premios (el último, el Globo de Oro que ganó Brie Larson como Mejor Actriz Dramática). Está nominada a otros tantos, entre ellos 4 Óscars (Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actriz y Mejor Guión adaptado). Seguro que alguno se lleva, porque es una de esas pequeñas obras de arte que no se crean todos los días… Para reflexionar sobre lo que de verdad importa.
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