Miles de escolares se manifestaron por el clima la semana pasada en todo el mundo. En el colegio de mi hijo, se llevaron a cabo distintas acciones y actividades promovidas por diversas plataformas de padres y profesores, como Las Madres por el Clima.
Mientras, políticos y mandatarios discutían en la Cumbre del Clima de la ONU de New York, sobre los nuevos retos a alcanzar. Tras el sobrecogedor discurso de Greta Thunberg, 77 países se comprometieron a reducir a cero sus emisiones de carbono para 2050.
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, pidió una transformación radical de la sociedad para proteger el planeta. Según sus palabras, “un grupo de los propietarios de los activos más grandes del mundo, se comprometió a reducir drásticamente las emisiones. Y 130 bancos, apoyaron alinear sus negocios para cumplir el acuerdo de París y otros objetivos de desarrollo sostenible”. La Cumbre del Clima, fue un punto de inflexión y un paso al frente donde la ONU recordó que el mundo necesita aumentar sus esfuerzos entre tres y cinco veces para contener el cambio climático y frenar el calentamiento a 1,5 grados como máximo.
La “Alianza 2050” tiene la intención de tratar de reducir colectivamente las emisiones en al menos un 45% para 2030 y preparar estrategias nacionales para lograr la neutralidad de carbono a mediados de siglo. Se han comprometido a ella diversos estados, ciudades, empresas e inversores de todo el mundo.
España y Perú, junto con otros organismos y agencias, han creado la Coalición de Impulsores Sociales y Políticos que arrastra a 45 países para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de mujeres y niñas como un componente esencial de las acciones de lucha contra el cambio climático.
Esperemos que estos compromisos no se queden en papel y pasen a la acción. Pero está claro que ante el desalentador panorama y la pasividad de políticos y empresas mostrada hasta ahora, la escuela se presenta, más que nunca, como un lugar de transformación social, para despertar consciencias y promover nuevos valores más respetuosos con el medio ambiente. Es nuestra responsabilidad como adultos (la de los padres y educadores en general y la de las madres en particular), fomentar en nuestros hijos, desde pequeños, el cuidado de la Madre Tierra.
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