“Mujeres que viajan en burro”, de vuelta a las raíces

Nací en Zaragoza por circunstancias de la vida. A mi padre le destinaron allí para hacer el servicio militar, allá por los años 70, cuando todavía se hacía “la mili” en España.

Un día frío de febrero, en cuanto salí del hospital, me subieron a un tren rumbo a La Rioja para conocer a mi familia. En aquel viaje, la viña fue uno de los primeros paisajes que vi, además de las caras de mis abuelos. Tal vez por eso se quedaron grabadas en mi memoria para siempre.

Este fin de semana, después de unos cuantos viajes y paisajes, he vuelto a la que considero mi tierra para comprobar que la viña sigue estando en el mismo lugar que la dejé.

Vuelvo con la satisfacción y la emoción de presentar la Segunda Edición de mi novela “Mujeres que viajan en burro” en la emblemática librería Cerezo de Logroño. También continúa estando, 90 años después de su apertura, en la calle Portales.

El sábado fue un día precioso, lleno de magia, emociones y buenos recuerdos. Conversamos, como si estuviéramos en el salón de nuestras abuelas, de aquellas mujeres que se desplazaban en burro y de las de ahora.

Del importante papel de las “madrinas de guerra” y de las “chicas del cable”, pero también de enólogas y reposteras actuales que nos hacen la vida mas dulce y divertida.

Pude comprobar que las mujeres seguimos llorando de emoción y los hombres también. Menos mal… no vaya a ser que perdamos la poca humanidad que nos queda.

Recordamos aquellas deliciosas galletitas que hacíamos con la nata de la leche fresca y brindamos con rosquillas caseras (de la Pastelería “El Cristo”). Viajamos de los olores y sabores de la infancia riojana, a los de la Costa Oeste californiana. Del frío invierno, al eterno verano. De las raíces, a los sueños de muchas mujeres emigrantes, que dejaron su tierra pero nunca la olvidaron.

Impregnado en el ambiente quedó aquel fresco olor a brisa marina, a esencia de rosa y bergamota, a besos de abuela y amor verdadero. “El aroma del alma femenina está compuesto por el misterio de su inocencia y la profundidad de la experiencia”, dice mi amiga Teresa Pizarro, creadora del perfume del libro.

¡Qué importante es saber de dónde venimos y a dónde vamos! Poder regresar, aunque solo sea un instante para coger aire puro y seguir respirando. Y si no es posible hacerlo… leerlo, saborearlo, olerlo y escucharlo a través de las páginas de un libro.

Gracias a todos los que estáis compartiendo conmigo, con tanto cariño, este precioso viaje femenino de vuelta a las raíces, que deseo que sea también el vuestro.

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Mujeres que Vuelan