En distintas conferencias, talleres y grupos de mujeres, la maternidad (y los conflictos que genera a nivel individual, marital y social), son temas recurrentes que nos preocupan como madres. Muchos problemas de pareja actuales, comienzan con la llegada del primer hijo y se intensifican, cuando los niños tienen 6 u 8 años y la mujer se ha volcado en la crianza. Si no se reconduce la relación, bastantes matrimonios acaban en divorcio por este motivo. Pero algunos de estos problemas podrían evitarse con políticas de igualdad y conciliación laboral más efectivas, como el permiso de paternidad, que visibilizan además, otro tipo de desavenencias.
Islandia, a la cabeza en igualdad
Islandia, lleva varios años a la cabeza de Europa, junto a Suecia, Finlandia y Noruega, en cuanto a igualdad y conciliación se refiere. En 2001, el país nórdico, realizó una importante reforma de conciliación laboral en la que incentivaba a los padres económicamente, para alentarles en el cuidado de sus hijos en los primeros meses de vida. Sólo el primer año, el 82,4% de ellos se acogió a la medida. Empezaron concediendo un mes de baja por paternidad y lo han ido ampliando hasta los cinco meses actuales intransferibles para los dos miembros de la pareja y otros dos más transferibles. Varios años después de ampliar el permiso de paternidad en Islandia, además de otros beneficios sociales, los divorcios se han reducido de forma considerable.
Conclusiones del estudio sobre conciliación laboral
Hace unos días, The Economic Journal, publicaba How Does Daddy at Home Affect Marital Stability?, un estudio en el que analizaba las políticas de conciliación de Islandia. Su objetivo, era saber si pagar a los padres para que se queden en casa cuidando a sus recién nacidos, afectaba a la estabilidad conyugal. Una de las conclusiones, es que los padres que se acogen al permiso de paternidad, tienen menos probabilidades de separarse. Además, el efecto persiste durante los primeros quince años después del nacimiento del niño. Curiosamente, el permiso de paternidad tiene un mayor impacto entre las parejas donde la madre tiene un nivel educativo más alto o igual al padre.
Los niños no son sólo de las madres
Desde que la mujer se incorporó al trabajo, y hace ya muchos años, la maternidad y la conciliación laboral deberían tratarse como una cuestión social responsable e igualitaria. De las políticas de igualdad y conciliación laboral de hombres y mujeres, dependen, entre otras cosas, que muchas mujeres elijan o no ser madres y tener más o menos hijos. También que aumente el índice de natalidad, que en muchos países como España es cada vez más bajo y se está convirtiendo en un verdadero problema. O que se regularicen las bajas y los despidos improcedentes, relacionados con este tema.
Está bien que se incentive económicamente a los padres a cogerse la baja paternal… Porque los hijos no son sólo de las madres. Porque un recién nacido, necesita de su padre y de su madre en los primeros meses de vida. Porque los hombres necesitan centrarse en su pequeño y asimilar qué significa ser padre. Más allá de jugar y pasar tiempo con los hijos, también es aprender a compartir emociones y tareas. Saber consolar, al hijo y a la mujer que comienza a ser madre, rodeada de vulnerabilidad, dudas y contradicciones. Desarrollar su empatía e intuición hacia ellos. El padre también necesita descansar, compartir abrazos, confusiones y noches sin dormir, intentado descifrar llantos. Pensar en el “nosotros” y hacer equipo.
Pero… ¿Cómo se incentiva a las madres? No parece una buena forma, darles a elegir entre su trabajo o sus hijos, porque en muchos casos no son compatibles. Ni bajándoles el sueldo por tener que pedirse una reducción de jornada o días de vacaciones para cuidar de sus hijos enfermos. Tampoco siendo despedidas por no implicarse en la empresa más del tiempo pactado por contrato.
Facilitar el cuidado físico y mental de las madres y sus condiciones laborales antes, durante y después de la maternidad, es sin duda el mejor de los incentivos. Está claro que una mayor conciliación laboral e implicación paterna, evitaría muchas depresiones postparto, problemas médicos, familiares y divorcios.
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