¿Por qué debe acabar el confinamiento de los niños?

El Consejo de Ministros aprobaba esta mañana las condiciones en las que los niños, menores de 14 años, podrán salir de casa a partir del próximo lunes 27 de abril: sólo para acompañar a un progenitor al supermercado, farmacia, banco o a comprar el pan y el periódico.

¿Esta es su “oportunidad de disfrutar un rato al aire libre”? ¿No tienen más peligro de contaminarse en un lugar cerrado, donde puede haber gente y productos contaminados? ¿Se trata de no contaminar a los niños o de que no contaminen? ¿De ir a comprar cada 15 días o de comprar el pan y el periódico todos los días? ¿Por qué los adultos pueden salir y los niños no? ¿No es oxigenar cuerpo y mente una necesidad básica? ¿Hace falta un Consejo de Ministros, un comité de expertos y un montón de informes para dar largas, lanzar globos sonda y tomar esta ridícula y absurda medida después de 5 semanas? Esta tarde se convocaba una cacerolada para protestar contra estas medidas, porque parece que en esta crisis, en general, sobran expertos y falta sentido común. Inmediatamente después, el Gobierno rectificaba, permitiendo salir a los niños a dar paseos cortos. Nos alegramos de que lo hayan tenido en cuenta, aunque sea tarde.

Como ciudadana, soy partidaria de cumplir las normas, más si es por un bien común, pero me siento en la obligación y en el derecho, como madre, de velar y proteger la salud y el bienestar de la infancia. Más cuando considero que no se está teniendo en cuenta en todo este proceso.

Algunos ciudadanos, consideran que no pasa nada porque los niños estén confinados en casa y que se adaptan a todo. Pero que se adapten, sin protestar y sin elección, no significa que no sufran.

Los niños tienen necesidades físicas y psicológicas que no se están teniendo en cuenta. Muchos psicólogos, educadores y ciudadanos pedimos que se les permita salir a dar paseos cortos de forma controlada, acompañados por un adulto y manteniendo la distancia de seguridad. Creemos que estas medidas no sólo no suponen ningún alivio, sino que aumentan el riesgo de contagio.

España es el único país del mundo donde los niños llevan confinados desde hace más de 5 semanas. Hace un mes, escribí un artículo en colaboración con una psicóloga infantil, sobre los efectos que este confinamiento prolongado en el tiempo podía tener sobre los niños. Podéis leerlo aquí.

La semana pasada, la Asociación Española de Pediatría, alertaba sobre los síntomas físicos y psicológicos que están observando en niños y adolescentes, a corto plazo: aumento de ansiedad, estrés, trastornos de la alimentación y el sueño, riesgo de obesidad y adicciones, entre otros. A largo plazo, apuntaban al estrés postraumático. Podéis leerlo aquí.

Muchos psicólogos y educadores llevan tiempo advirtiendo de que se están vulnerando los derechos de la infancia. Por ello, la psicóloga Heike Freire junto con otros expertos, enviaron una carta al Gobierno, junto con las más de 45.000 firmas que muchos ciudadanos hemos registrado en la plataforma Change explicando su opinión al respecto. Puedes leerlo aquí. Además, hacían una reflexión hace unos días en El País, sobre algunos de los mitos que existen en torno al coronavirus y la infancia.

Como ciudadana y como madre, me enfada y me entristece el trato superficial que se le está dando a la infancia. En esta crisis sanitaria, económica y social, parece que lo único que preocupa a muchos es si los niños van a perder el curso, cuando lo que está en juego es la salud física y mental de nuestras generaciones futuras.

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