Terapias alternativas: ¿Regularización o prohibición?

Como ciudadana y como madre, utilizo la medicina convencional y alternativa, en función de las circunstancias. El sentido común y el instinto, nos ayudan a decidir qué remedio utilizar según nuestras dolencias, si necesitamos un fármaco o el que nos recetaron no nos sienta bien. Soy partidaria de la medicina preventiva y creo que no hay mejor modo de evitar enfermedades que una dieta equilibrada y ejercicio físico.

 

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Pero a veces esto no es suficiente y diversos factores genéticos, ambientales, psicológicos o degenerativos, provocan enfermedades graves o crónicas que sólo se solucionan con fármacos más fuertes o intervenciones quirúrgicas. Por eso creo necesario tener una visión global y asesorarnos bien. Y esto incluye cuidarse, confiar en buenos especialistas, informarse y buscar el tratamiento que mejor se adapte a nuestras circunstancias, teniendo en cuenta que tanto la medicina natural como los fármacos químicos contienen los principios activos de las plantas.

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Las civilizaciones antiguas utilizaban las plantas para curar todo tipo de dolencias, como el ácido acetilsalicílico que obtenían de las hojas de sauce, hasta que un químico lo sintetizó en una popular pastilla. Muchas mamás compramos árnica en la farmacia para aliviar los golpes de nuestros hijos o un jarabe para la tos a base de hierbas, recomendado incluso por nuestro médico de cabecera. Una amiga que vive en Alemania, utilizó tratamientos homeopáticos con éxito, porque no quería tratar la dermatitis atópica de su hija con corticoides. Y otra en California, controla la hiperactividad de su hijo con terapias naturales.

Terapias Alternativas

Creo firmemente que una sociedad sana la forman individuos que puedan acceder a una buena sanidad y educación de libre elección. La clase política es un eslabón fundamental para regularizar y crear las leyes que las garanticen. Y los ciudadanos, debemos exigir que se lleven a cabo. Y digo esto porque hace unos meses, saltaba una noticia que afectaba a la sanidad y a la educación. El Gobierno español lanzaba un plan para expulsar de universidades y centros sanitarios a las terapias alternativas (incluida la homeopatía), esas “pseudoterapias” que definen como “preparados de agua y azúcar” de dudosa eficacia. Esto ha generado toda clase de artículos periodísticos y de opinión, en periódicos y revistas de salud. Ruido en redes sociales y crispación en chats, por parte de periodistas, médicos, terapeutas, pacientes, padres y madres.

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Ante la indignación general y ahora que la Unión Europea ha manifestado no respaldar a España (ya que la homeopatía está reconocida legalmente en Europa y en otros países desde hace décadas), Sanidad ha abierto una consulta para que ciudadanos, asociaciones y organizaciones opinen. Pero lo han hecho por un brevísimo espacio de tiempo y sin hacer ruido… La publicaron el 13 de diciembre, en plena distracción navideña y apenas ha tenido repercusión en medios. La fecha límite es mañana 15 de enero y el correo: cartera-farmacia@mscbs.es. Yo ya he enviado mi opinión:

Regularización SI, prohibición NO. Estoy a favor de que regulen las terapias alternativas, pero también los laboratorios farmacéuticos. La solución no es prohibir, sino regular. Es la única manera de que tanto “curanderos” como “laboratorios”, no nos engañen. Ya llevamos varios medicamentos que han tenido que ser retirados por efectos secundarios graves, dudosos y no especificados, vacunas “recomendadas” que cuestan 200 euros y muchas pastillas “milagrosas” que son un negocio, pero te fastidian el hígado. También es necesario prospectos y etiquetas contrastadas que informen al paciente, de forma transparente, sobre las indicaciones y efectos de medicamentos y preparados.

Transparencia e información. Que se frenen los abusos de la industria farmacéutica y ésta deje de ser un monopolio. (Muy interesante este artículo al respecto:

https://www.nuevatribuna.es/articulo/sanidad/enfermedad-negocio-industria-farmaceutica/20150302105350113131.html). También que los políticos se informen bien antes de tomar decisiones y proclamar leyes. Hay muchos estudios (incluso avalados por médicos convencionales), que demuestran la eficacia de tratamientos naturales y homeopáticos, con porcentajes y estadísticas. Y no sólo en España, también en Europa y EE.UU. Por otro lado, parece increíble que el Observatorio de la Organización Médica Colegial no esté formado por médicos, según este artículo: https://elpais.com/sociedad/2019/01/11/actualidad/1547232635_901858.html.

Medicinas complementarias. Las medicinas convencionales y alternativas no deberían provocar conflictos en función de intereses económicos, sino complementarse para conseguir su único objetivo: la mejora o curación de los ciudadanos. A veces la medicina tradicional mata moscas a cañonazos y hay un abuso de medicinas con demasiados efectos secundarios, que arreglan una cosa y estropean dos. Y otras, la medicina alternativa complementa a la convencional, previniendo enfermedades, tratando dolores o enfermedades crónicas de una forma más natural o evitando fármacos más agresivos.

I+D. Prohibiendo las medicinas alternativas en universidades y hospitales, también se evita la investigación y el avance de la medicina integrativa y holística. La que trata al paciente como un todo y donde en muchas ocasiones, las circunstancias, el estrés y alteraciones de la mente, afectan al organismo y a su funcionamiento. Por eso es bueno canalizar situaciones de estrés, liberando cuerpo y mente, para evitar enfermedades relacionadas y los fármacos para curarlas.

Libre elección. Pero en cualquier caso, es decisión del paciente, poder elegir la terapia convencional o alternativa que más se adecúe a sus circunstancias. Debería hacerlo de forma libre, teniendo la máxima regulación e información posible a su alcance y esto, es responsabilidad de los gobiernos y de los organismos pertinentes.

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