Carta de amor a California

Hace un tiempo escribí una Carta de amor a California en forma de libro: “Mujeres que viajan en burro”. Un viaje de mujeres que atraviesan las colinas de Los Ángeles, Pasadena, Altadena, Sierra Madre, Malibú, Topanga, la Ruta 66… para encontrarse a sí mismas, volver a sus raíces y vislumbrar que no es oro todo lo que reluce en el “estado dorado” ni en la sociedad americana. 

Hoy, muchos de esos lugares han sido devorados por los incendios de estos días y ya no están. Otros se han salvado de las llamas por los pelos. Me alegra saber que el Mary´s Market, permanece en pie milagrosamente. Aquel restaurante inspiró el “Café de Mery” del libro, donde se reunían las amigas protagonistas de esta historia para arreglar el mundo.

Lo descubrí un día haciendo senderismo por Sierra Madre y lo elegí porque fue el único lugar que encontré en California donde no se había rodado ninguna película y nadie nació, vivió o murió. Cerca de él encontré un misterioso cartel que decía: “En este lugar, en 1897, nada ocurrió”. No había ninguna bandera.

Como homenaje al sitio y a mi admirado David Lynch, recientemente desaparecido, os comparto este párrafo de mi libro: 

“Un lugar donde nadie iba a hacerse fotos, frecuentado solo por lugareños. Mantenía ese encanto decadente de los diners americanos, anclados en el pasado. Decorado con mesas y sillas desparejadas y toda clase de objetos vintage a la venta. A menudo se exponían obras de artistas locales y algunos días había música en directo. Cuando abrías la puerta, te daba la sensación de entrar en el mundo secreto de Twin Peaks, con personajes surrealistas creados por el mismísimo David Lynch. Allí estaban, sentados en la barra, esperando a que una ración de tarta de arándanos saliera de la cocina dispuesta a disipar sus dudas y preocupaciones. Las simpáticas camareras, ataviadas como auténticas Pin Ups, servían continuamente café americano recién hecho y los mejores huevos benedictinos de la comarca. Los días que había algo que celebrar, Mery nos sacaba una jarra de zumo de naranja, que mezclábamos con champagne. Aquellos desayunos de café, huevos y mimosas, llegaron a convertirse en importantes momentos cotidianos con los que salvaguardar nuestra cada vez más necesaria independencia femenina”…

A veces los sueños se esfuman con el humo del café, de un cigarrillo o del fuego imparable, convirtiéndose en pesadilla. Y el California Dreaming se transforma en California Nightmare, dejando un poso dulce y amargo, a partes iguales. Pero las cartas de amor reconfortan. Adquieren un nuevo significado cuando se recuerdan y releen de nuevo. 

Por suerte esos lugares mágicos y emblemáticos estuvieron allí, nos inspiraron y regalaron momentos inolvidables. Permanecerán escritos para siempre en la memoria, en nuestro corazón y en las páginas de un libro. Quién sabe si cuando vuelva, encuentro un cartel que diga: “Este lugar sobrevivió a los incendios de 2025”.

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Mujeres que Vuelan