La semana pasada se inauguró “Efímero resplandor” en la Fundación Pons de Madrid. La última exposición del artista plástico Victor López-Rúa merece una visita.
Sus cuadros cuentan historias, esconden y muestran, hablan y callan entre luces y sombras, el misterio y la evidencia, lo real y lo imaginario. Esa línea fina que separa la realidad de la ficción. La naturaleza se convierte en escenarios surrealistas en los que personajes de ciudad, parecen salidos de novelas policiacas y cine noir.
Me detengo en el cuadro “Una visita botánica”. El título sugiere una excursión al campo, si no fuera porque se ha convertido en un oscuro bosque selvático. La gama cromática de verdes, en inquietantes rojos y amarillos. Las ramas de los árboles en lianas y Tarzán y Jane en un señor trajeado y una mujer fatal de falda ajustada y tacones. Cómo ha cambiado el cuento… Ahora es la mujer la que trepa al árbol y salva al hombre, que parece estar en apuros. A su lado, en el suelo, yace tumbado un cuerpo. Pensaron que estaba muerto, pero se arrastró por el suelo ensangrentado, intentando alcanzarles. Y ella se defendió del ataque, clavándole el tacón de su zapato rojo en el ojo. Pareció un “asesinato a sangre fría”, pero lo hizo en defensa propia.
Efímero resplandor. Pinceladas de claroscuro. La belleza del instante antes de acabar. El sol que se cuela entre las hojas sombrías de los árboles, queriendo iluminar la oscura escena. El brillo cegador del sol, previo al ocaso. Eclipse que convierte la paleta de color en NEGRO.
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