A veces el viaje exterior, va acompañado de un viaje interior. Creo que en todo viaje fructífero, algo se pierde, algo cambia y algo se gana, aunque a veces duela. Cada uno hará el viaje a su manera, pero algunos aprendizajes serán comunes.
UN ALTO EN EL CAMINO. A menudo, las obligaciones diarias y el trabajo nos hacen pasar por la vida de puntillas, con una venda en los ojos, deprisa y sin profundizar. Pero hay momentos en los que es necesario pararnos a pensar e identificar qué es lo que nos incomoda.
VACIAR LA MOCHILA. Entonces nos damos cuenta de que a lo largo del camino hemos llenado nuestra mochila de cosas que cada vez nos pesan más y ya no podemos o no queremos cargar con más peso. Es el momento de ordenar nuestro pasado, guardar las cosas que nos sirven y tirar las que no.
APRENDER A SOLTAR. Es difícil aprender a desprendernos de lo que ha sido importante para nosotros, porque le tenemos apego, pero a veces nos hace daño o no nos deja avanzar. Solemos tener cosas sin resolver del pasado. Una pérdida, una desilusión, un fracaso… Nos aferramos a las personas con facilidad, porque tenemos miedo a la soledad, pero debemos respetar su propio camino.
DESPRENDERNOS DE NUESTROS MIEDOS. La mayoría de las cosas que nos impiden volar, están relacionadas con nuestros miedos. Debemos identificarlos y plantarles cara, para poder superarlos.
ENFRENTARNOS A NUESTROS MONSTRUOS. Tendemos a no aceptar lo malo de los demás ni de nosotros mismos, por el qué dirán, el sentido del deber, el miedo al rechazo… A no aceptar las diferencias y a querer ser perfectos e iguales, por comodidad o cobardía (aunque a mí cada vez me gustan más las cosas imperfectas, porque son únicas). Pero debemos enfrentarnos a nuestros monstruos, ver lo que no nos gusta y por qué, para aceptar nuestra propia naturaleza, con sus virtudes y defectos. Y pensar: “Así soy yo, tengo muchas cosas que mejorar, pero forman parte de mi”.
LAS COSAS CAMBIAN. Debemos aceptar que las cosas cambian y no aferrarnos al pasado porque la incertidumbre nos de miedo. Pensar que evolucionar es lo que nos hace grandes. Que todo a nuestro alrededor cambia y nada permanece para siempre.
TOMAR CONSCIENCIA. Alejarnos de la ciudad y adentrarnos en la naturaleza, nos hace conectar con nosotros mismos, con los demás y nuestro entorno, de una forma más consciente. Nos ayuda a identificar cuáles son las cosas que nos llegan al alma y las que nos apasionan.
LO QUE SOMOS. No somos lo que los demás quieren que seamos. Dicen los psicólogos, que la mayoría de nuestras conductas y decisiones, corresponden a patrones aprendidos de nuestro pasado, familia y entorno. Incluso la elección de los estudios, trabajos, parejas y amigos. A veces nos dejamos llevar por el rebaño, por la sociedad, por los consejos de los demás, por lo que está bien o mal o lo que alguien piensa que será mejor para nosotros, y eso nos condiciona.
VUELA. Una vez que liberamos la mente de todas las cosas que interfieren en nuestro camino, aparece nuestro verdadero yo y podemos volar. Nos damos cuenta de que el poder está en nuestro interior y la sensación es maravillosa…
RESPETO. Creo que esta palabra lo engloba todo. Respeto a nosotros mismos. Respeto a los demás. Respeto a nuestro planeta. Y eso incluye ser consecuentes, tener el control de nosotros mismos, aprender a decir que no, poner límites, respetar tiempos y espacios, escuchar al otro y ser más tolerante.
EQUILIBRIO DE CUERPO, MENTE Y ALMA. Debemos cuidar cada día nuestro cuerpo, pero muchas veces olvidamos la mente y el alma. Buscar el equilibrio constantemente, con disciplina y perseverancia, es fundamental para relacionarnos mejor con los demás y con nosotros mismos. La alimentación, el ejercicio, la meditación y hacer cosas que nos llenan, pueden ayudarnos. Mantenernos firmes en lo alto de la cuerda es difícil, porque nos caeremos muchas veces, nos desanimaremos y lloraremos, pero adquiriremos la fuerza suficiente para volvernos a levantar una y otra vez. Y estaremos felices, porque habremos conseguido levantarnos solos, sin nada que nos pese y seremos capaces de continuar nuestro camino.
REESTRUCTURAR EL EXTERIOR. Después de mirar hacia dentro, podemos cambiar lo de fuera. A veces no hace falta tirarlo todo por la borda, igual basta con ordenarlo y cambiar el enfoque, para vivirlo de otra manera. Alejándonos de lo negativo, aprendiendo de nuestras experiencias, cerrando heridas y abriendo los brazos, hacia dentro y hacia fuera. Y sobre todo, mirando al frente.
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