“La Paciencia”, el arte de saber esperar

La sociedad de la inmediatez nos obliga a vivir cada día más deprisa. La tecnología contribuye a ello, porque puedes tener casi todo, al momento y a golpe de click.

Pienso en nuestra infancia, cuando el tiempo transcurría por otros derroteros, pero ahora los niños, se están acostumbrando a tenerlo todo “ya”. Y nadie mejor que ellos, los reyes de la impaciencia, para hacernos perder la paciencia… Pero si algo nos está enseñando el momento actual, la incertidumbre y el deseo de que una situación acabe ya, es a cultivar nuestra paciencia. Esa asignatura pendiente, que no nos enseñan en la escuela y que “es la madre de la ciencia”.

Paciencia

Siempre he sido una persona impaciente, pero la maternidad me enseñó que los procesos importantes requieren su tiempo y que cada persona, necesita el suyo propio. Aún así, la paciencia no se consigue de un día para otro y hay situaciones o personas que nos ponen a prueba constantemente. Por eso aprender a ser pacientes, es un trabajo continuo. Para conseguirlo intento:

1.Disfrutar del presente: Pensar continuamente en lo que pasará mañana, puede crearnos una sensación de desasosiego.

2.Respirar conscientemente: Si puedo, lo hago tres veces al día, cuando me levanto, después de comer y antes de acostarme. Solo unos minutos, intentando dejar la mente en blanco y concentrándonos en el aire que entra y sale de nuestro cuerpo. También es bueno hacerlo cuando surge un conflicto y necesitas relajarte.

3.Tomar distancia del conflicto: Muchas discusiones son inútiles, porque nacen del malestar que cada uno llevamos dentro y que proyectamos en los demás. Debemos identificar el conflicto, trabajarlo e intentar que no nos lleve a una tensión constante.

4.Bajar la velocidad: Sobre todo, cuando los demás intentan marcarnos sus ritmos. Una decisión no es mejor porque la tomemos antes. Cada uno tiene su propio ritmo y hay cosas que pueden esperar a mañana y no pasa nada.

5.No tener expectativas: No hay nada peor que esperar a que algo suceda, porque la espera será eterna y puede llegar a desesperarnos.

6.No juzgar: A veces gastamos mucho tiempo y energía juzgando a los demás. Eso puede provocar una tensión interna entre nosotros y el mundo. La intolerancia, muchas veces, también nos lleva a la impaciencia.

7.Valorar a los demás: Aprender a valorar las aportaciones de los demás, nos hará que la espera sea más amena y enriquecedora.

8.Observar la naturaleza: Los ritmos de los procesos importantes, siempre son lentos. Debemos saber combinar los tiempos de acción con los tiempos de espera, entre la siembra y la cosecha. Si nos saltamos un paso en el proceso de elaboración de un vino, el resultado obtenido, nunca será el mismo. Igual que un niño necesita nueve meses para desarrollarse bien dentro del vientre de su madre.

Paciencia

Saber esperar, no significa no hacer nada, sino seguir avanzando. Aprender a ser cada día un poquito más pacientes, andando el camino, pero manteniendo la calma.

Paciencia

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