Este año en el Festival de Cine de San Sebastián, las mujeres han sido premiadas, bien valoradas, pero también juzgadas.
La 69 Edición del SSIFF, ha estado protagonizada por mujeres y envuelta en la polémica. Ellas han dado de que hablar por algo mas que vestidos y películas. Hemos podido ver a una pletórica Penélope Cruz (acababa de recibir la Copa Volpi a mejor actriz en Venecia, por su interpretación en “Madres Paralelas”). También ha sido protagonista por “Competencia oficial”, la película encargada de inaugurar el festival. Pero en España muchos siguen cuestionando su trabajo, tras una larga carrera de crecimiento y éxitos…
Penélope Cruz fue la encargada de entregar el Premio Donostia a Marion Cotillard, en reconocimiento a toda su carrera. Pero algunos creen que la actriz francesa, es demasiado joven para optar a tal galardón… No importa que haya ganado numerosos premios, incluido el Oscar, o aparecido en más de cuarenta producciones entre películas, cortos, series de TV y obras de teatro.
Cotillard, gran defensora del medioambiente, presentó como productora “Bigger than Us”, junto a su directora Flore Baseur. Un interesante documental que narra las historias de varios jóvenes activistas en diferentes partes del mundo, comprometidos con distintas causas medioambientales y sociales.
Otra mujer “que vuela”, con el fin de ayudar a su hijo en un plan para salvar el planeta, ha sido Laetitia Casta, protagonista “La Croisade”. La película francesa ha resultado ganadora del Premio Lurra de Greenpeace, que la organización entrega cada año por sus valores ecologistas y pacifistas.
Otras dos madres, magníficamente interpretadas por María Valverde y Dolores Fonsi, luchan contra sus miedos, culpas y limitaciones, por proteger a sus hijos en la película de Claudia Llosa, “Distancia de rescate”. Esa distancia en el tiempo y el espacio, que muchas veces necesitamos las madres para rescatar a nuestros niños.
Esta edición del festival, se ha caracterizado por ser la primera en otorgar la Concha de Plata a la Mejor Interpretación Protagonista, sin diferenciar género masculino y femenino. Pero el certamen también ha sido criticado por ello… ya que ha habido dos mujeres premiadas: Jessica Chastain por The Eyes of Tamy Faye y Flora Ofelia Hofmann Lindahl por Du som er i himien.
Pero si algo ha levantado ampollas este año, ha sido la ganadora de la Concha de Oro a Mejor Película: “Blue Moon”. La ópera prima de la rumana Alina Grigore, es una de las historias que más me ha llegado. Tal vez por su mezcla de dureza y honestidad. O por su nueva forma de mirar al machismo. Ese que intenta cortar las alas, de forma silenciosa, una y otra vez, a las mujeres que quieren volar.
No entiendo los reproches, opiniones sobradas y críticas destructivas de algunos “expertos” en cine. Esos que hasta cuestionan al jurado, por ser en su mayoría mujeres e inexpertas. No voy a opinar sobre si es la mejor película o no, entre otras cosas porque no las he visto todas (y creo que pocos lo hayan hecho ), pero es la que ha elegido un jurado profesional del cine. Así que dejemos ya este continuo afán de criticar a las mujeres, por ser demasiado guapas o demasiado feas, demasiado viejas o demasiado jóvenes, para ser buenas actrices, directoras, productoras o jurado. ¿No será que los tiempos han cambiado y las nuevas generaciones demandan otro tipo de historias más reales, más honestas y más sociales?
El otro día hablaba con una amiga cineasta que va a autoproducirse su primer largo, sobre lo difícil que es hacerse visible en el mundo del arte en general y en el cine en particular.
Por eso creo que este tipo de festivales, tienen una misión social y artística: la de visibilizar proyectos de creadores que tengan buenas historias que contar. Más si son jóvenes. Más si son mujeres. Sobre todo, si les faltan apoyos y les sobra talento. Estos “espacios de creación” deben servir para mostrar a esas mujeres que vuelan, como modelo de inspiración, y para empoderar a las que quieren volar.
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