"Stranger Things": Ser diferente mola

Ayer se celebró en Los Ángeles la premier de la segunda temporada de “Stranger Things”, la serie revelación de Neflix que arrasó la temporada pasada en EE.UU. y por lo que veo también en España. Esta mañana había unos niños en la puerta del colegio de mi hijo con pancartas y camisetas de la serie, emocionados, esperando poder verla aquí.

Me alegro de que las cosas que recuerdan a aquellos añorados 80 les gusten a los niños tecnológicos de ahora, porque aunque el mío diga que mis libros de “Los Cinco” no son “de nueva generación”, se los están volviendo a leer…

“Stranger Things”, en la forma, es una mirada nostálgica a esas pandillas de amigos que organizaban travesuras con una complicidad entrañable. Esos preadolescentes aventureros que se montaban en su vieja bici dispuestos a atravesar ríos, bosques y montañas o a volar con su imaginación hasta la luna. Un guiño a películas como “E.T.”, “Los Goonies” o “Los Cazafantasmas”, donde la realidad y la ficción se entrelazaban con maestría y el humor y la emoción se repartían a partes iguales.

En el fondo, habla de cosas extrañas, pero no solo de las sobrenaturales, también de las reales. De ser raro, diferente, de aceptarse a sí mismo. Dicen los niños protagonistas de la serie (que no son precisamente unos guapísimos repelentes, sino más bien vulnerables e inseguros en la ficción), que quieren mostrarle a otros niños “como mola ser diferente”. Ellos y sus seguidores utilizan las redes sociales para hacer campañas anti bullying y aumentar la confianza en sí mismos. Claro que, en la sociedad americana, esto resulta más fácil, porque allí se premia más la diferencia, la creatividad. Todo el mundo quiere ser especial y único.

En España, ser diferente suele ser complicado, porque por el contrario, se busca más la uniformidad, el pertenecer a un grupo y el ser igual. No estaría mal que se nos pegara algo bueno de “los americanos”, que aunque a veces les critiquemos, también tenemos cosas buenas que aprender de ellos.