Hace unos días, la UNESCO elaboró una Declaración del Comité Internacional de Bioética (CIB) y la Comisión Mundial de Ética del Conocimiento Científico y la Tecnología (COMEST). Debido a la gravedad de la pandemia, el mundo necesitaba una reflexión y respuesta bioéticas a nivel global. Urgía trascender fronteras políticas y geográficas, así como diferencias culturales, para centrarnos en la necesidad común y responsabilidad de entablar el diálogo. Hallar medidas éticas vitales y globales para superar la dramática situación.
Por ello, hicieron un llamamiento a los Gobiernos para tomar medidas urgentes:
A nivel político: Adoptar criterios uniformes de recogida de datos sobre la propagación y repercusión de la pandemia. Las decisiones políticas deben basarse en evidencia científica sólida, pero nunca deben ser legitimadas únicamente por la ciencia. En una situación de crisis con numerosas incógnitas, un diálogo abierto entre la política, la ciencia, la ética y el derecho es especialmente necesario, para conseguir respuestas comunes.
A nivel sanitario: Procedimientos sanitarios transparentes y respetuosos con la dignidad humana. También deben adoptarse otras medidas para hacer frente al estrés psicológico provocado por la ansiedad pandémica y los efectos del confinamiento.
A nivel informativo: La información publicada por políticos, científicos, organismos y medios de comunicación debe ser precisa, clara, completa y transparente.
A nivel científico: Debe crearse urgentemente un comité de supervisión para la investigación responsable durante esta pandemia, a escala mundial. El “Wellcome Trust” se compromete a que las publicaciones científicas relacionadas con la COVID-19 estén disponibles mediante libre acceso durante las emergencias de salud pública.
Cooperación Internacional: Es un deber ético aumentar la solidaridad y la cooperación (sobre todo de los países más ricos a los más pobres), en lugar de refugiarse en la exclusividad y el aislamiento. La cooperación es esencial en todos los planos: Gobiernos, sectores público y privado, sociedad civil y organizaciones internacionales y regionales.
Poco de esto se está llevando a cabo. Al principio de esta crisis, apelaba a la Consciencia, Solidaridad y Responsabilidad Social, para poder sobrellevar de la mejor manera posible, esta delicada situación. Lo hacía en este artículo: “El Coronavirus de la Solidaridad“ y lo reitero:
“Es el momento de dar lo mejor de nosotros mismos. Reflexionar, aprender y mejorar, como sociedad y como individuos. Tomar consciencia, cooperar en equipo y ser más empáticos. Cualquier pequeño gesto es necesario. Una mirada de complicidad, una sonrisa o un mimo. Aplausos en balcones, abrazos y besos virtuales para dar ánimos. Llamadas, videoconferencias o mensajes en redes sociales, para compartir consejos y reflexiones. Todos somos importantes, necesarios y vulnerables, los grandes y los pequeños. Todos tenemos algo que aprender y transmitir.
Es el momento de ser más solidarios, humildes, responsables, tolerantes y pacientes, con las personas y con el sistema, porque todos tenemos fallos. Evitemos echar la culpa al otro, a nivel político, social o individual. Evitemos juzgar, para no herir sensibilidades ni crispar más el ambiente. No tomemos los comentarios, en casa y en las redes, como algo personal. Todos tenemos una lucha, pero cada uno sabe cuál es su batalla y debe buscar las herramientas para ganarla. Transformar nuestra ira y pensamientos negativos, en acciones positivas. En definitiva, guardar para lo realmente importante, nuestras energías”.
Dos meses después, los aplausos han sido sustituidos por el ruido de las caceroladas. Las miradas cómplices, por la desconfianza. La información, por la manipulación. Las acciones políticas, por campañas populistas. Las llamadas virtuales, por silencios. La motivación, por la apatía. Los ánimos, por los insultos.
Algo habremos aprendido en este tiempo confinados, para evitar contagios. Mi hijo ha pasado de la niñez a la adolescencia, sin apenas darnos cuenta. Con 11 años, está cumpliendo las normas a rajatabla, aunque algunas le parezcan absurdas. Le asombran las quejas, reproches e irresponsabilidades de muchos políticos y ciudadanos que “a veces parecen niños pequeños enrabietados”. Con cierta tristeza en su mirada, me dice que ésta, es una situación extraña. Que no es culpa de nadie en concreto y es culpa de todos, en general. Pero que debemos poner todos de nuestra parte para que pase cuanto antes. Ahora mismo, sueña con volver a jugar al baloncesto, ver a sus amigos y abrazar a sus abuelos. Así de claro y de simple.
Vivir en sociedad, implica derechos y deberes. Requiere que todos cumplamos con responsabilidad individual y social. Que luchemos por nuestras libertades, pero sin perjudicar a los demás. Hemos sido unos privilegiados durante mucho tiempo, disfrutando de nuestros derechos. Ahora toca hacer los deberes y nos cuesta mucho, porque no estamos preparados, ni estructural ni mentalmente. Hemos construido “La Casa del Bienestar”, empezando por el tejado y sin sujetar los cimientos, porque no se ven… La Ciencia, la Sanidad, la Educación y la Cultura, son valores esenciales que nos mantienen sanos, como seres humanos y como sociedad. Pero hace falta consciencia, ética y responsabilidad, para apostar por ellos.
La Ética debería ser un ejemplo para las generaciones futuras. ¿Qué clase de “mundo desarrollado” estamos construyendo para ellos? Me gustaría pensar que no es un planeta a la deriva que se destruye cada día. Pero esto, es responsabilidad de todos.
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