Por la carretera 46 después de un paisaje muy parecido al mediterráneo (excepto por los camiones retro, los pozos petrolíferos, algún que otro descapotable y las señales americanas), nos desviamos por Paso Robles (zona famosa por sus vinos) y llegamos a nuestra segunda parada: “Cambria”.
Un pequeño pueblo costero con un encanto especial, rodeado de pinos y mar, a medio camino entre Los Ángeles y San Francisco. Es famoso por sus elefantes marinos, sus sirenas, sus artistas, sus tiendas de antigüedades y su “Festival de Espantapájaros”. ¡Tuvimos la suerte de poder verlos!, ya que se celebra en otoño (pero son tan bonitos que merecen otro post).
Es una maravilla pasear por la romántica playa de “Moonstone Beach” buscando pequeñas piedras de colores entre la arena…
o sentarte en una de sus rocas a escuchar a los elefantes marinos…
Puedes alojarte en cualquiera de sus pequeños hoteles. Nosotros nos quedamos en el “Castle Inn” (que está muy bien para ir con niños), ya que tiene una pequeña piscina y un jacuzzi desde donde puedes ver el mar.
Si paseas por el camino de la playa, llegas hasta “The Sea Chest Oyster Bar”, un restaurante muy acogedor. Decorado como un barco de madera lleno de estanterías y muebles con viejos libros y vinos californianos.
Puedes degustar uno de sus estupendos vinos blancos con ostras o pescados de la zona, como el tiburón, ¡están buenísimos!.
Un precioso pueblo donde los niños disfrutan viendo a los elefantes marinos, subiéndose a las rocas o buscando espantapájaros, aunque lo mejor es sentarte en una de sus típicas sillas de madera y esperar a que se ponga el sol, imaginando como saltan las sirenas…
La visita al “Castillo de Hearst” os la cuento aquí, después de revisar la película “Ciudadano Kane” y de investigar sobre este interesante personaje.
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