El miércoles pasado estuvimos con Elvira Lindo en el Club Matador, con motivo del Festival Eñe. Una estupenda velada de libros, vino, música y cine.
La Fiesta de la Literatura se celebra estos días en distintos escenarios de Madrid y Málaga hasta el 5 de noviembre (aunque continuará en Navidad en El Matadero). Un puente cultural entre Latinoamérica y Europa, con figuras destacadas de la literatura, el cine o la música. Podéis ver la programación aquí.
La autora de “En la boca del lobo”, conversó con la actriz y cineasta Eulalia Ramón sobre su última novela. La conversación estuvo acompañada de un trío de voz, contrabajo y guitarra que interpretó distintas canciones que han inspirado el libro.
Una novela que esconde una fábula y un cuento. La historia de una madre y una niña que dejan de serlo por momentos. Un verano eterno de primeras veces. Un pueblo construido con imaginación, recuerdos y secretos. Un bosque lleno de árboles y pájaros, cuentos y leyendas, pesadillas y sueños. Animales y humanos que a veces se confunden, revolcándose entre los instintos y los sentimientos. Un sapo, una zorra y un mapache. Caperucita y el lobo.
Elvira Lindo nos contó que el pueblo que aparece en el libro es Ademuz, el lugar donde pasó los veranos de su infancia. Una de esas tierras que, como muchas personas, pertenecen a un sitio pero lindan con otros y eso las enriquece, igual que las desdibuja. Que los personajes y tramas están inventados por ella, pero todo procede de una inspiración real: su familia, amigos y habitantes del pueblo. Ellos son los que cuentan, en boca de otros y del lobo, cómo los abusos afectan en la infancia y la necesidad de lidiar con “los fantasmas” en la edad adulta.
Las canciones que amenizaron la velada son las que su madre cantaba cuando Elvira era pequeña y las que se bailaban en el pueblo por aquel entonces. Entre ellas, la lindísima “Amapola”.
Después, hubo vino y cine. “La noche del cazador”, de Charles Laughton fue la película elegida por la escritora, ya que está relacionada con su novela y esa confrontación del bien y el mal. Como también lo está el “Frankenstein” de Mary Shelley, que últimamente me persigue por los rincones de Madrid.
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