En los años 60, Álvaro Mayoral, un profesor de Guadalajara que pasaba los veranos en Francia, trajo en su maleta una planta aromática muy especial: la lavanda. Ese fue el primer paso para que Brihuega, en la Alcarria, se convirtiera en la capital española de la lavanda.
Años más tarde, el agricultor Andrés Corral convenció a sus hermanos y al perfumista de Loewe para cultivar 600 hectáreas de terreno de lavanda (Lavandula angustifolia) y lavandín. Un híbrido entre Lavandula angustifolia y Lavandula latifolia (espliego).
Históricamente, Guadalajara ha sido uno de los centros de producción de lavanda en España. Tanto que en julio (el mes de la floración) se desarrollan festivales, donde todo se tiñe de color morado, los visitantes se visten de blanco y asisten a conciertos, talleres y actividades culturales. Tanto en Brihuega como en la zona de Pezuela, también hay varias zonas con campos de lavanda y destilerías.
Pero en España existen otras zonas donde se cultiva esta aromática, como los campos de Moratalla y Zaén de Abajo (Murcia) o El Romeral (Toledo). En Valladolid se encuentra el Centro de Interpretación de la Lavanda de Tiedra, que cuenta con su propia destilería de aceites esenciales entre campos de lavanda. Y en Ossa de Montiel (Albacete), además de los campos, hay una fábrica de esencias que merece una visita.
Mágicos lugares para hacerse una escapada al atardecer y disfrutar al aire libre del aroma de la lavanda antes de la siega…
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