“La verdad sobre la luz”, madres y matronas

“Ljósmódir” significa en islandés “madre de la luz”. Es la palabra que eligieron los islandeses como la más bonita y se refiere al término matrona. Dice Auður Ava Ólafsdóttir, la autora que acaba de presentar en Madrid “La verdad sobre la luz” (Alfaguara), que así surgió la idea de esta novela.

El libro comienza con la escena de un parto, donde una matrona recibe en sus manos a un bebé indefenso. Esa “madre de la luz” que le ayuda en el tránsito de la oscuridad a la luz. Porque el nacimiento es luz y oscuridad, vida y muerte, frío y calor, calma y hostilidad, presente y pasado. 

Es arriesgado dar a luz. Uno de los momentos de la vida donde madre e hijo pueden estar más cerca de la muerte. Donde muestran su vulnerabilidad al mundo, mientras salen de su zona de confort. Y se entregan a un mar embravecido, que tienen que capear entre los dos, hasta llegar a buen puerto. Ya desde otra perspectiva, donde el presente nunca será pasado, pero volverá la vista atrás.

En la novela de la autora islandesa, dos matronas, la joven Dyja y su fallecida tía abuela Fífa nos recuerdan la esencia de la vida y sus contradicciones. La paradoja es que ninguna de las dos es madre, pero ayudan a otras mujeres a que lo sean. Gran ejemplo de sonoridad femenina.

Me viene a la cabeza el libro de Mar García Puig “La historia de los vertebrados” que también comienza con un parto. En ese caso la llegada de dos gemelos desencadena la locura en la madre, al menos temporal, inmersa en una depresión postparto. O la reciente película “O Corno”, de Jaione Camborda, que rescata la figura de la matrona, fundamental en la España de los años 70, cuando los partos tenían lugar en casa.

La labor de las matronas, crucial pero poco valorada

En Islandia, las matronas son muy apreciadas por las mujeres y cruciales en el embarazo y el parto. Pero a pesar de su importancia en la salud materna, sus precarias condiciones laborales y salariales no reflejan la importancia de su labor. Esto ocurre en la mayoría de los países, donde no se valoran los cuidados ni las profesiones relacionadas con ellos. La mayoría son realizados por mujeres, lo que produce la consiguiente brecha salarial. Pero la salud física y mental de las madres (en el embarazo, parto y postparto) es fundamental a nivel social y económico, ya que ayuda a criar niños sanos y menos problemas de salud mental en el futuro.

En “Rosa Cándida”, un libro que publicó la escritora islandesa hace unos años, narra la historia de un chico joven que se convierte en padre por accidente y se hace cargo del bebé, le cuida y cuida de la madre. Cuenta la autora que muchas lectoras le escribieron diciendo que a ellas les gustaría tener a su lado a un hombre así, que cuidara de ellas y sus bebés en esos momentos tan vulnerables. 

En Islandia, las familias disponen de cuatro meses cada uno (baja maternal y paternal). Después de otros cuatro que pueden repartirse como quieran. Y en algunos países nórdicos, la familia puede llegar a tener dos años de permiso. Esto facilita mucho las cosas, porque cuando los padres están presentes es más fácil que se impliquen en el cuidado de los hijos.

Deseando leer este libro que empieza con la frase: “Para morir, un ser humano primero tiene que nacer”. Y plantea varias reflexiones: ¿Qué ocurre para que pueda pasar de la bondad a la crueldad? ¿Cuál es La verdad sobre la luz y las sombras?

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