El Viaje Culinario de Anthony Bourdain

Anthony Bourdain fue un claro ejemplo del sueño americano. Y otro sueño evaporado bajo los fogones de una vida demasiado intensa. Bajo la mirada contradictoria del éxito aparente, que hierve sumergido entre luces y sombras.

Nació en New York y aprendió las lecciones más importantes de la vida mientras lavaba los platos de un restaurante de barrio. Descubrió su amor por la gastronomía cuando probó la primera ostra, un buen comienzo, desde luego… Tras estudiar cocina y trabajar como pinche en varios restaurantes, llegó a ser chef del Brasserie Les Halles de Manhattan. Y supongo que fue entonces cuando conoció las mieles y las hieles del éxito. Porque fue un artículo publicado en The New Yorker, “No comas antes de leer esto”, el que le hizo saltar a la fama. Después, su libro “Confesiones de un chef”, se convirtió en bestseller. Su estilo directo, polémico y mordaz, sobre los claroscuros del mundo gastronómico, cuajó entre sus seguidores y dejó los fogones para convertirse en cocinero mediático. Su carisma, presencia y emblemática voz, hicieron el resto.

Viajó por más de 50 países, descubriéndonos no sólo su gastronomía sino su cultura y sus gentes. Acercando rincones lejanos, exóticos y humildes. Huyendo de etiquetas, géneros y clases sociales. Enseñando a comer de otra manera, uniendo pueblos y transmitiendo experiencias.

Fue una de esas personas capaz de influenciar, de inspirar, de cambiar las cosas. Capaz de convencerte de que “la vida sin caldo de ternera, grasa de cerdo, salchichas o un buen queso apestoso, no merece la pena”.  De hacer que te muevas “hasta donde puedas, atravesando el océano o simplemente cruzando al otro lado del río. De abrir tu mente poniéndote en la piel del otro o, al menos, comiendo su comida”…

Capaz de sentarse a la mesa con humildes lugareños o el mismísimo presidente de los EE.UU. y aprender de todos. “Taburetes de plástico, unos fideos baratos pero deliciosos, y cerveza de Hanói. Así es como recuerdo a Tony. Nos dio una lección sobre la comida y, lo más importante, su capacidad de unirnos a todos. Nos enseñó a no temer lo desconocido. Le echaremos de menos”, dijo recientemente Barack Obama, con el que compartió comida en un reportaje sobre Vietnam.

Pese al éxito, la fama y el dinero… decía Anthony Bourdain que “el viaje no siempre es bonito. Que a veces duele, incluso llega a partir tu corazón. Pero está bien, porque te cambia, te llevas algo contigo y ojalá dejes algo en el camino”. Él lo hizo.

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